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Fuente: Freepick

La gestión que viene de los RAEE: un desafío complejo.

15 May, 2024 | Economía circular, Otros | 0 Comentarios

Varias corrientes de residuos nos muestran hoy de manera clara y contundente una paradoja del mundo moderno: que algunos de los instrumentos técnicos que nos han permitido controlar los recursos que necesita la supervivencia de nuestra especie se han vuelto en algunos casos contra nosotros.

Un ejemplo claro son los RAEE (residuos de aparatos eléctricos y electrónicos). La cantidad de RAEE generada cada año sigue en aumento, la fabricación mediante un ecodiseño que considere de manera práctica y realista el fin de vida de los equipos eléctricos y electrónicos aún no está implantada de manera efectiva y masiva, y las opciones de reutilización o reparación que permitirían alargar al máximo el aprovechamiento de los recursos en productos calificables de circulares son aún minoritarias. La legislación lo intenta, pero a menudo parece ir a remolque con acciones que, muchas veces, dejan la sensación de que debían haberse aprobado hace años y que, además, a veces, incluyen moratorias relevantes.

Un ejemplo es el Reglamento 2023/1542 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 12 de julio de 2023, que establece que, a partir de 2027, las baterías portátiles de los electrodomésticos deben ser diseñadas para que las personas consumidoras puedan extraerlas y reemplazarlas fácilmente. Otro es la llamada Posición del Parlamento Europeo aprobada en primera lectura el 23 de abril de 2024 con vistas a la adopción de una Directiva (UE) en 2024, del Parlamento Europeo y del Consejo, que permitirá establecer normas comunes para promover la reparación de bienes (es decir, el llamado derecho a reparación). No existen plazos definitivos aún.

Tecnologías implantadas y RAEE emergentes.

Mientras el edificio legal se consolida, en la industria suceden muchas cosas. Se desarrollan drones que pueden plantar árboles para combatir la desforestación, o coger muestras de lugares difícilmente alcanzables por los equipos de muestreo para su control. Existen vehículos submarinos no tripulados que detectan fugas en oleoductos y se diseñan edificios inteligentes que reducen el consumo energético. Los análisis predictivos en agricultura mejoran los rendimientos agrícolas y advierten de impactos ambientales adversos. En logística, el uso de drones permite evitar accidentes y atascos, y optimiza el tráfico. Todo ello mediante la combinación de algoritmos de inteligencia artificial.

No sólo esto, el listado de tecnologías digitales que pueden aplicarse en la mitigación o adaptación al cambio climático y los demás impactos ambientales puede ser abrumador: internet de las cosas para optimizar cadenas de suministro, automatizar tareas rutinarias y usar mejor los recursos; implementación de sensores de todo tipo, incluyendo identificadores de radiofrecuencia y sistemas GPS para controlar la localización y estado de diferentes elementos sin tener que trasladarse a ellos o retrasando dicho traslado hasta que es realmente necesario; automatización industrial, incluyendo robótica que asegura una producción que minimiza defectivos, o fabricación aditiva e impresión 3D, que permite producir series cortas o piezas únicas sin tener que crear un proceso industrial completo medioambientalmente muy costoso.

Cada vez es más sencillo el acceso a todo tipo de herramientas en la red mediante cloud computing que permiten la reparación on-line y la minimización del hardware; cadenas de información asegurada en blockchain que permiten por ejemplo certificar origen y calidad de un residuo desde su generación hasta su valorización; o, si se prefieren los problemas filosóficos generados por la tecnología, los gemelos digitales: réplicas virtuales a imagen y semejanza de un producto al que se incorporan datos en tiempo real mediante sensores para alumbrar una representación “viva” del producto con la que hacer predicciones sobre su comportamiento y poder actuar sobre él (por ejemplo, en el motor de un avión, en un horno de fundición, o en la demolición de un gran edificio).

Nuevas soluciones tecnológicas para gestionar los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos.

Muchas de estas soluciones o mejoras ambientales parten de la necesidad de disponer de aparatos eléctricos o electrónicos, y, en general, de nuevo diseño o fabricación, lo que con el tiempo da lugar a nuevos RAEE que en el sector se acaban conociendo como residuos emergentes. El diseño de aplicaciones industriales suele con lógica llevar a nuevas aplicaciones de consumo, como ha demostrado con frecuencia la industria tecnológica. Y el sector no es inmune, dado que las soluciones a los enormes problemas técnicos que tiene el consumo y el desecho desmedidos de aparatos eléctricos y electrónicos son necesariamente tecnológicas.

Algunos ejemplos relativamente novedosos, que se añaden a las tecnologías ya existentes hace tiempo, se encuentran en la robótica de desensamblaje para acceder sin dañar carcasas ni estructuras a elementos peligrosos a remover por imperativo legal -como baterías, condensadores, o determinadas lámparas-, o elementos valiosos a recuperar, como piezas válidas para su reutilización, piezas de alto valor en reciclaje (como las tarjetas electrónicas), o materias primas contenidas en elementos muy específicos, como los imanes permanentes, por ejemplo. Algunas empresas disponen de esta robótica para desensamblar sus propios equipos, pero lo cierto es que, más allá de los teléfonos móviles, en los que pueda haber muchos equipos de precio elevado para recuperación de una misma marca, la aplicación es aún incipiente. La tipología de equipos es tan elevada que resulta necesaria una colaboración entre los brazos robóticos adaptados a esta tarea y la mano de obra humana que permita dirigirlos.

Los procedimientos de visión artificial aplicada mediante machine learning son útiles para la detección de corrientes contaminantes en los productos reciclados obtenidos en las plantas de gestión de RAEE. Si se consigue identificar y retirar estos contaminantes (mediante brazos robóticos preparados específicamente), se obtienen corrientes de productos residuales – acero, cobre, aluminio, plásticos, etc.- con mayor concentración, y más valiosos y confiables para sus potenciales clientes.

Un futuro ideal para el RAEE.

No es difícil encontrar este tipo de información innovadora y tecnológica en las webs de los proyectos europeos y las empresas más innovadoras en la gestión de RAEE, que, por definición, es un sector obligado a una innovación anticipatoria: observando los consumos actuales de equipos eléctricos y electrónicos se puede predecir cuáles son los retos a los que se enfrentarán en cinco o diez años, cuando dichos equipos ya hayan cumplido su vida útil. No obstante, esto no implica que sea fácil prepararse. Con frecuencia el mercado es complejo y puede que el residuo que se espera no llegue (por ejemplo, las tabletas electrónicas no se tiran con tanta facilidad como los móviles; los equipos de música se han reducido en un número drástico mientras proliferan los altavoces conectados por bluetooth; los patinetes eléctricos y hoverboards de diseño reciente llegan a las plantas de reciclaje mientras que las bicicletas eléctricas no lo hacen; etc.), y la ausencia ya mencionada de ecodiseño junto a la actitud proteccionista de los fabricantes con respecto a la información técnica de sus productos impiden al gestor de RAEE prepararse a escala para manejar adecuadamente los equipos que serán recibidos en sus instalaciones.

En un mundo ideal de economía circular implantada, los procesos de utilización y reparación tendrían no ya un porcentaje mayor de implantación sino una apreciación económica claramente superior a la fabricación de productos completamente nuevos por parte del consumidor. Por su lado, el reciclaje permitiría obtener materiales de alta pureza gracias a un desensamblaje e identificación sencilla de los mismos a partir de aquellos equipos que ya no fueran aprovechables de manera alguna. Probablemente un ecodiseño orientado al fin de vida permitiría tecnologías menos complicadas en estas fases finales, de modo que no nos viéramos introducidos en esta espiral de creación de tecnologías avanzadas para solucionar los problemas de haber creado otras tecnologías anteriormente avanzadas, cuya disposición final no conseguimos controlar en la escala global. No obstante, si bien por el momento, hay pocos indicios de que legislador, consumidor, gestor de residuos, diseñador y fabricante vayan a ponerse de acuerdo en el corto plazo en tiempo y contenido para complementar las necesidades de cada uno, el gran desafío es que eso, en algún momento, llegue a suceder.

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